Dicen que cuerpo sólo hay uno y qué gran verdad.
Podemos cambiar de casa, de ciudad o de país pero, ¿de cuerpo?
Nuestro cuerpo es el vehículo que nos permite experimentar todo lo terrenal a través de nuestros sentidos y si vamos más allá: es nuestro altar, nuestro templo, una de las vías más ricas de aprendizaje en la tierra y es nuestro hogar.
Siempre me he preguntado si el alma es la que habita en el cuerpo o si el cuerpo es el que habita en el alma, pero suelo imaginar cómo cuando conecto con esta Conciencia Divina, una luz desciende sobre mi cabeza y recorre mi cuerpo a través de mi columna, paseando por todos mis canales energéticos, llenando de energía y luz a mi cuerpo y se siente bien.
Para quienes elegimos que el cuerpo fuera un medio de sanación, aprendizaje y autoconocimiento; el camino hacia honrar, aceptar y amar nuestros cuerpos ha sido verdaderamente intenso. En muchas ocasiones doloroso.
Si te contara todo lo que le he hecho a mi cuerpo en nombre del bienestar, en nombre de la belleza, en nombre de lo que sea que me dijeron allá afuera que tenía que hacerle a mi cuerpo para que se viera o fuera de tal manera o de tal forma, esta carta duraría horas pero lo resumo en los siguientes conceptos: interminables dietas, un trastorno alimenticio, ansiedad/depresión por querer que mi cuerpo se viera de cierta forma, alcohol, cigarro, toneladas de azúcar, pasar noches sin dormir y hablarle como si fuera mi enemigo mortal.
Sin embargo, todo eso me trajo hasta aquí y hasta quien soy hoy y por eso estoy eternamente agradecida.
Mi camino con mi cuerpo no ha sido fácil, como te acabo de compartir, lo he dañado en muchas ocasiones y llevo poco más de 5 años en mi proceso de sanación y reconexión.
Cuando somos bebés, estamos completamente conectados a la sabiduría de nuestro cuerpo y por supuesto que sabíamos cuando teníamos hambre, cuando necesitábamos contacto físico o cuando necesitábamos dormir.
Es cuando crecemos, al estar en contacto con nuestros padres, amigos, profesores y los medios; que desarrollamos nuestras creencias, pensamientos, emociones e ideales sobre nosotros mismos y tarde o temprano nos desconectamos de la sabiduría del cuerpo y dejamos de escucharlo.
Yo recuerdo ser chiquita y que mis compañeritos se burlaban de mi cuerpo. Recuerdo sentir vergüenza, recuerdo sentir lo que ahora sé que es ansiedad por querer cambiarlo pero no saber cómo. Recuerdo sentir pena de hablarlo con alguien más. Recuerdo cómo empecé a contraerme, a ser más callada, a sentir que valía menos por el cuerpo que tenía.
Pasaron muchos años para que yo dejara de decirme cosas horribles frente al espejo.
Pasaron muchos años para que yo comenzara a escuchar a mi cuerpo de nuevo.
Pasaron muchos años para que yo cuidara a mi cuerpo.
Pasaron muchos años para que yo aceptara, honrara y amara a mi cuerpo.
Pero aquí estoy. Un día a la vez. Habitando mi cuerpo y amándolo. Sabiendo que es mi casa mientras esté con vida y que es un medio de expresión de mi Ser.
Y si esta historia resonó contigo de alguna forma, me gustaría que nos acompañemos en el camino de vuelta al cuerpo.
Quiero compartirte mis herramientas, prácticas y hallazgos para que tú también puedas gozar de tu cuerpo y estar en sintonía con él. Vamos a re-conectar con nuestro cuerpo y transformarlo en el templo que es.
Hoy te dejo una práctica que puedes hacer en todo momento pero que te recomiendo que en lo que se vuelve un hábito para ti, te pongas una alarma o fijes una hora en la que lo harás.
Es una práctica sencilla pero que en un inicio puede costarte un poco por las resistencias o creencias que tenemos sobre el lenguaje de nuestro cuerpo pero es muy efectiva para activar esa conexión y comunicación.
A los seres que he tenido la fortuna de guiar en sesiones 1:1 les ha encantado realizar esta práctica porque nuestro cuerpo tiene una energía de vida única, que es opacada por nuestra mente que es la única que ocupa el espacio a veces.
Práctica #1. Escucha Activa sin Juicio
Para esta práctica requieres llevar atención total a tu cuerpo pero no a cómo luce sino dejar espacio suficiente para percibir.
Puedes estar sentada o parada pero trata de que tu espalda esté derecha. Toma un par de respiraciones conscientes y suelta toda rigidez, incomodidad o sensación molesta.
Ahora lleva tu atención a las señales de tu cuerpo sin juzgar ni criticar. Sé receptiva con lo que tu cuerpo te comunica. Percibe. Nuestro cuerpo no nos habla como la mente pero sí puedes percibir imágenes, palabras, sensaciones, acciones que requieres tomar para que esté mejor, antojos o lo que sea que tu cuerpo requiera en este momento.
Puedes hablar con él y preguntarle: “hola cuerpo, ¿Qué requieres hoy?”, “Cuerpo, estoy aquí contigo”
Abre todos tus sentidos y percibe.
Trata de no juzgar a tu cuerpo ni a ti cuando hagas este ejercicio. Experimenta, escucha, vuélvete amiga de tu cuerpo.
Puedes hacer este ejercicio ahora mismo, no te tomará más de 3 minutos y me dices cómo te has sentido y qué te ha parecido.
También me encantaría que me compartas cómo ha sido tu experiencia con tu cuerpo y si tienes algún hack que compartir para mejorar la relación con el cuerpo.
Estas cartas son gratuitas pero me ayudarías muchísimo compartiendo. Si te suscribes, cada semana te llegará una nueva carta y noticias sobre próximos talleres, agenda 1:1, eventos, recursos gratuitos o lo que se me ocurra.
Gracias por formar parte de la comunidad y por leerme.
Un abrazo grande,
-O
Hola, resueno con la concepción de los cuerpos que mencionas. Desde el físico, mental, espiritual y energético. Me causa mucha curiosidad la práctica #1 que propones pues, es justamente también el primer paso para una meditación según Jacobo Grinberg. Un saludo.